La
educación y la función docente en el S.XXI han experimentado grandes cambios
sociales, legislativos, económicos en la sociedad que obviamente influye en
nuestros centros y aulas.
Esta
incertidumbre en nuestro entorno afecta al sistema educativo de forma indirecta
porque afecta de forma directa al alumnado y profesorado. La escuela debe
ejercer un papel de apoyo y guía que alimente la mirada integral de la vida.
Debemos buscar la armonía entre los conocimientos y competencias que debemos
aprender con la realidad que vivimos de cambio.
Para
ello será interesante y necesario la planificación de nuestra función como
docente. Tener en cuenta que, nuestra planificación debe garantizar la
innovación, la creatividad y el profesor presumer como aspectos principales.
Los
centros deben empoderarse y buscar las interrelaciones entre los centros que
dibujen una estrategia común que salve las lagunas legislativas que de forma
partidista van mermando nuestro sistema educativo.
La
innovación por nuestra parte como docentes (y por parte del centro, de la
administración, de los padres y de los alumnos), debe ir ligado no sólo al
cambio en nuestras materias y herramientas pedagógicas. Es ir más allá, en
cuanto a metodologías, evaluaciones, atención a la diversidad, etc.
La
creatividad como una de las grandes competencias en auge dentro del mercado
laboral y en el ámbito académico debe ser potenciada y desarrollada en el aula.
Como parte de esa innovación, la creatividad es uno de sus pilares
fundamentales.
En
este caso, nos centraremos en la figura del profesor prosumidor como
oportunidad de innovación y creatividad en el aula. Como base de nuestro deseo
de diseñar nuestro papel como docentes, nuestro rol y esencia como profesor.
La
figura del profesor prosumidor como productor del contenido del aprendizaje es
clave en esta innovación educativa. Deja de ser un mero trasmisor de
conocimiento y toma un papel fundamental en el acompañamiento del alumnado
durante su aprendizaje. La idea más resonante desde nuestro punto de vista es:
todo lo que produce da lugar a procesos de colaboración posteriores. Es decir,
desde el docente comienza a funcionar una maquinaria de aprendizaje basado en
la producción conjunta del aprendizaje. Generación de comentarios y de
producción de contenidos, se situarían en los tres últimos estadios según la
teoría de Bloom (análisis, síntesis y evaluación).
Las
competencias de creación, compartición y colaboración son cada vez más exigidas
por los entornos de aprendizaje abierto, muchos de los cuales dan opción a que
sean los propios usuarios los que colaboren en la confección del currículo de
las materias que estudian o se evalúen entre iguales. Un ejemplo muy bueno para
esto son las redes sociales, tan presentes en el día a día de nuestros alumnos.
Bien
es cierto que, algunos autores señalan que los jóvenes “están casi todos
involucrados en producciones creativas” (Green y Hannon, 2007). Sin embargo, el
consumo de nuestros alumnos de contenidos culturales o educativos es escaso
comparado con el consumo de ocio que realizan. Un 61% de los encuestados no
suelen hacer ninguna contribución en el ámbito académico.
Esta
idea de prosumidor busca provocar: pensamiento crítico, sentido común y respeto.
Que deben ser ingredientes diarios en nuestras aulas como sazonadores del
contenido y la materia que se aplica. Por lo tanto, el profesor prosumidor no
sólo comunica, si no que interactúa, empodera y actúa.
Además,
busca vías de distribución de información (Web 2.0) y diseña nuevas vías de
trasmisión al alumnado.
Aparecen
relacionadas varias ideas más a esta figura, como son: Comunicación Dialógica y
Justicia educativa.
Cada vez más, necesitamos discutir y tomar continuas
decisiones con las personas con quienes compartimos nuestras vidas o nuestros
espacios de actuación. Por lo que el diálogo, debe cobrar importancia en
nuestro sistema. Hilando esto con la idea de Freire, cuando se refiere al
docente que debe poder ser cuestionado por sus alumnos, posea o no la verdad
sobre la materia. El pensamiento crítico desde el diálogo fomentará la mejora
formativa. Una mejora totalmente necesaria para el aula y su aplicación a la
realidad de los alumnos.
Lo comentado anteriormente nos lleva a la justicia educativa. El
objetivo del profesor prosumidor y su grupo debe aparecer como reductor de desigualdades
sociales. Generando grupos de apoyo escolar en el centro y en el aula. Co-construcción
de planes de apoyo individualizados a los alumnos que se dan por perdidos.
Es
importante que para que se produzca un cambio será necesario un cambio de
mirada, la presencia de una mirada científica en educación. Por ello, las
instituciones deben tomar su papel en este proceso de cambio: democratización
de las estructuras y procesos escolares, mejora de los proyectos
institucionales, mejora curricular, evaluación y autoevaluación continua.
Todo
lo expuesto anteriormente es una reflexión redactada formalmente que podría
resumir con una conclusión redactada en primera persona muy breve:
En
mi opinión, necesitamos la figura del docente prosumidor que provoquen el
nacimiento del alumno prosumidor y la atención a la diversidad. Que la
creatividad en el aula no sea artística y sea adaptada a la realidad y
diversidad de perspectivas en la realidad que vivimos. Que la innovación nazca
de las instituciones, se descentralicen y los centros educativos tengan
libertad de estrategia apoyándose en los profesionales y tendencias de la
sociedad.
Bibliografía:
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